Citas de libros | El factor ex - Andrea Semple

domingo, julio 05, 2015 0 Comments A+ a-

ESPACIO LITERARIO
Citas de Libros se basa en comentar las frases de libros que más me gustaron.


Sección: Espacio Literario




Factor ex

Ficha y opinión del libro

—Me acosté con alguien. —Resulta gracioso la cantidad de palabras que hacen falta para construir una relación y que sólo cuatro la manden a hacer gárgaras.

Desvelarnos el uno al otro, acercarnos a la verdad tanto como las palabras lo permitan es un juego peligroso. Es una custión de propiedad, no sólo sobre el pasado, sino también sobre los pensamientos. Ya no existe lugar en el que ocultar los secretos, ni hay verdades incómodas que encubrir, de repente, todo está a disposición del otro, lo cual en este caso, debe de haber puesto a Luke en apuros.

Es la feniletilamina, ese es el problema. Créeme, es una mierda. Actúa como el speed; es esa sustancia que tenía la capacidad de mantenerte despierto toda la noche diciéndote tonterías con la otra persona, abandonándote en una sesión de sexo acrobático a las seis de la mañana. Cuando te das el golpe, es esa misma química la que te desgarra.

Una ruptura no es algo que se deje atrás de forma tajante, sino que hay que revivirla, recrearla, removerla y volver a adornarla según lo vayas contando. A los amigos les das una versión, a tu familia otra y la verdad queda en el aire en algún punto entre las dos.

LUKE: Martita, ¿por qué siempre te vas a los productos ecológicos?
YO: Porque son más saludables.
LUKE: (agarrando una enorme zanahoria transgénica y poniéndosela delante del paquete, primo orgánico de la misma) Pero éstas son el doble de grandes y valen la mitad. Los productos esos son una chorrada.
YO: El tamaño no lo es todo Luke, lo sabes muy bien.
LUKE: ¿Qué quieres decir con eso?
YO: Solo era un comentario.

Resulta gracioso, ¿verdad? No importa cuántas veces pienses que has dejado atrás el pasado, siempre vuelve, pronunciando tu nombre.

Eso era todo lo que yo sabía de los orgasmos y como yo pensaba que eran, como la muerte por un rayo o que te toque la lotería, era algo que les ocurría siempre a los demás. Nunca salían mis números.

Conocer a alguien hasta el punto de poder terminar sus frases y adivinar con exactitud su opinión sobre alguien a quien acaba de conocer es una de las experiencias más maravillosas del mundo.

Madre mía eso no es sexo, ¡es un puto terremoto!

Por supuesto, es la memoria la que está hablando. Resulta extraño cómo la memoria puede hacer que las cosas parezcan cómicas.

Pero claro, en aquel momento no estaba pensando en él, yo tenía a Luke, el archidesgraciado pellejudo, el atractivo y guapísimo archidesgraciado pellejudo. Y Alex Tenía a Desdémona.
La tiene.

Siempre he querido que confíen en mí, y no se trata sólo de eso, siempre he buscado el reconocimiento de los demás, supongo que todo el mundo lo busca, pero en mí, este deseo se convierte casi en un ansia, en una necesidad fundamental, en contraposición a un simple deseo.

Tu amiga de la infancia te destroza cualquier posibilidad de volver años después con tu primer novio y te lo restriega por las narices como si fuera un trofeo, esperando a que estés en el peor momento de tu vida para pedirte que seas tú su puta dama de honor.

A punto he estado de decir que la razón por la que no puedo ser feliz es porque estoy enamorada de Alex, y de Luke y no puedo tener a ninguno de los dos, pero me detengo antes de decirlo: no está bien, no puedo querer a dos hombres a la vez ¿verdad?

He hablado de este tema muchas veces y sé cuál es la respuesta que hay que dar: piénsalo bien y pregúntate si realmente es ése el problema; si continúas convencido de que lo es, déjalo salir. Comunícale sutilmente tus temores y observa cómo los aborda, escúchala, habla de ellos con ella, aprende a entenderse mejor, que haya comunicación.

—Todo va a ir bien —le digo, aunque las palabras suenan algo patéticas. Es como si el silencio que impera en la habitación me diera su propia respuesta, contradiciéndome.
Jamás volverán a ir bien, nunca.

Se inclina hacia delante para pagar al conductor y, cuando lo hace, me entran unas ganas locas de pellizcarle el culo, y eso hago. El problema es que creo que el pellizco ha sido un poco fuerte, lo cual queda confirmado al ver el respingo que da Alex, dándose con la cabeza en el techo del taxi. Se lleva la mano que sujeta el monedero a la cabeza, provocando una lluvia de monedas por todo el taxi.

Se inclina un poco y me besa, esta vez en los labios. Un beso de adulto. Y, mientras nos besamos, empiezo a sentirme mareada, como si toda la calle estuviera girando en torno a nosotros, como si el espacio de esos nueve años perdidos se hubiera condensado en un sólo momento.

—Muy bien —jadea Alez, mirando la cerradura—, tú ganas.
—Lo sé —le contesto, entrando tras él para exigir mi premio.




♥♡♥Ah1j@das D3l Bl0g♥♡♥

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