3er día: Selección libre de Leila Milá

miércoles, abril 16, 2014 0 Comments A+ a-

Tercer día del BLOG TOUR con "Leila Milá" como invitada


Extracto Las Caras de la luna
La discoteca estaba a reventar. Mirases donde mirases, todo era una amalgama de colores y máscaras, algunas de ellas verdaderamente hermosas y angustiosas, de ésas que te ponen los pelos de punta, al estilo veneciano. 

La música atronaba los oídos, sabía que cuando saliéramos estaría completamente sorda y tendría ese maldito pitido metido en la cabeza durante un día entero. Daphne y Vero regresaban con el enésimo cubata, y con un grito demasiado animado, me tendieron uno a mí a la vez que Ginger repartía el resto. 

Uno de los chicos la cogió del culo por sorpresa, y ella gritó derramando parte de la bebida, echándose entonces a reír. Lo reprendió, pero acabó dándole un beso, estaba claro que la mayoría ya iban más que contentos y el olor de las feromonas que exudaban lo corroboraba. El ritmo de la música empezó a acelerar, subiendo hasta el momento álgido. Todos empezaron a gritar y saltar mientras seguían bailando. 
La noche avanzaba y cada vez había más peleas y jaleo. Algo pasó y la gente empezó a aglomerarse y correr hacia la salida; había un olor extraño y asfixiante. Todo ocurrió demasiado rápido y apenas tuve tiempo de procesar que estaba sucediendo. La oleada de gente, más bien muchedumbre, me arrastró, el olor de los disfraces, el maquillaje, los perfumes y el sudor casi me anestesiaron. Por suerte me había mantenido firme en lo de no disfrazarme, aunque accedí a ponerme un top de cuero negro a juego con el pantalón. 

Cuando la masa que iba en estampida me arrolló, me estampé contra el cuerpo de alguien. Su aroma era enloquecedor, era algo indescriptible, sensual, delicioso e irrefrenable; desprendía un calor abrasador. Sentí sus músculos bajo la camisa negra, fuertes, perfectos. Sus manos me sujetaron con facilidad por los hombros, la gente avanzó apretándome contra él como si fueran una prensa, y en un pis - pas me levantó como si fuera una pluma apartándome del gentío. El aire frío de la calle me despejó un poco la cabeza, ¿cómo me había sacado tan rápido y con esa sencillez de aquel infierno? Inhalé una buena bocanada de aire y me giré, viendo entonces la puerta de la discoteca por donde seguían saliendo personas corriendo y gritando. Había una pelea a un lado y parecía haber un incendio dentro, el humo hacía escocer mis ojos. 

─¿Estás bien?

Aquella voz me recorrió de los pies a la cabeza haciéndome vibrar; era cálida y seductora, tenía un tono oscuro y sexy, muy masculino. Me giré de vuelta a aquel cuerpo que despedía calor a raudales y me topé con un torso fuerte y ancho, delicioso y musculado de forma natural. La camisa entreabierta dejaba ver una piel tersa color canela de la que deseaba conocer su textura de un modo alarmante. Quería recorrer cada uno de sus potentes músculos sin que existiera el tiempo. Podría enredarme en aquellos brazos y quedaría totalmente cubierta y a salvo. Tenía la espalda ancha y ¡Dios! era como me gustaban. 

Yo no era bajita precisamente, pero incluso llevando tacones tuve que levantar la cabeza para verle la cara. Me quedé sin aliento cuando mis ojos alcanzaron su rostro: sus facciones eran viriles, marcadas pero a la vez suaves. Tenía una nariz perfecta y unos labios carnosos que tenía torcidos en una sonrisa traviesa de esas que te desarman, pero sus ojos… eran salvajes, fieros. Tenían un brillo especial, casi animal, con un precioso color dorado, profundos y misteriosos; la mirada de un depredador taimado y tentador. Todo en él desprendía sensualidad, era descaradamente irresistible. Jamás un hombre me había impactado tanto.

Me obligué a respirar y sentí como ardía por dentro; había algo descaradamente potente. Me sentía inevitablemente atraída por él de un modo instintivo y alarmante. Todo mi cuerpo le ansiaba y temblé cuando sus dedos me rozaron el hombro; el vello se me erizó y mi garganta dejó escapar un gemido sordo. Era deseo, fuego; éxtasis. No podía apartar mis ojos de los suyos, una corriente eléctrica se desprendía de nosotros. Era algo extraño, mágico, era incapaz de explicarlo o controlarlo. Quería luchar contra ese sentimiento tan extremo porque escapaba a mi control, llegando a asustarme sin embargo, no podía dejar de estrellarme contra esa sonrisa canalla y ese aspecto de rebelde. ¿Por qué le ansiaba tanto? ¿Por qué le deseaba de aquel modo? Mi cuerpo me mandaba una señal inequívoca de necesidad, estaba más que excitada y su mirada… en ella también ardía el deseo, podía sentirlo. 

Su olor, su mirada, su cuerpo y esa postura. Su forma de sonreír, maliciosa, traviesa, pícara y segura… Aquel hombre poseía un sex-appeal irresistible. Todo mi ser gritaba: ¡Ríndete a él! 

—¡Yuna! ¡Dios, qué susto! Estabas aquí —Daphne Apareció corriendo entre la gente. Detrás de ella venía el resto del grupo. 

Yo les miré todavía aturdida y él me sujetó cuando me tambaleé, otra descarga de esa imperiosa necesidad me recorrió y gemí, no pude evitarlo. Mi cuerpo reclamaba sexo urgente. Estaba empapada.

Cada vez que me rozaba era como si me arrojasen a una hoguera de sensaciones descontroladas. Era como si hubiera una fuerza que me impelía hacia él.


Extracto El Lamento del Lobo
Ahí estaba, paralizado frente a su víctima, estaba oculto entre los árboles, el hambre era un acicate insistente y voraz que hacía gruñir sus tripas y sin embargo seguía sin poder moverse.

Sería tan fácil ceder...

Esa oscura voz seguía ahí, tentándolo, instando a derramar sangre, sólo debía atacar y sellar el pacto.

La caída sería suave e indolora, la locura lo llenaría todo y esta se llevaría los recuerdos, su mente se vaciaría de todo excepto del instinto.

Caía, pero aún había un resquicio en su alma que resistía.

—Sólo un salto, un bocado y serás libre, no habrá más dolor ni nada que te atormente...— se repetía una y otra vez.

Le faltaba tan poco.

Saltó de su escondrijo, gruñó. La humana chilló, un grito estridente que perforó sus oídos, retrajo las mandíbulas, ya casi podía paladear la sangre, su hocico se teñiría manchándose con el rojo de la vida.

—Terence, no lo hagas, no es tu hora, resiste. No esta todo perdido, te necesitamos, aún no, aún no— gritaba su conciencia, una conciencia con una voz familiar.

¡No!

No podía hacer aquello, no mientras lo necesitasen.


Extracto La Tentación del Lobo
Víctor tenía una buena pista y no iba a dejar de seguirla, corría y corría en mitad de aquel bosque cortando la comunicación con Jasper que no dejaba de preguntarle donde demonios estaba tratando de hacerlo regresar a la fuerza. La fría nieve crujía levemente bajo sus patas, la tormenta estaba empeorando pero él aún olía el rastro. Sabía que estaban allí, no iba a desistir ahora, iba a acabar con los Del Fuego de una dentellada, así los suyos no tendrían que preocuparse nunca más. Se sentía en la obligación de hacer aquello por ellos y por él. Más después de todo lo que había sucedido; no tocarían a nadie más, necesitaban volver a recuperar la paz y ya era hora de pasar al ataque, ya había esperado suficiente y ahora tenía la oportunidad; no eran la presa sino el depredador. 

Estaba deseando acabar de una maldita vez con esos mal nacidos que no hacían más que creerse Dios cuando eran monstruos jugando a ser un nuevo Hekil. Pretendían manipular y controlar a lobos y licántropos para crear un ejército o vete a saber que atrocidades. 

No podía tolerarlo...


Extracto de Prohibida




Se despide...


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